Fué un 11 de Septiembre cuando los científicos descubrieron
alteraciones
significativas en los campos magnéticos
el planeta, los satélites No podían mentir, el cuerpo humano
también genera su
propia magnetósfera, el campo biomagnético humano.
Éste tiene varios metros de circunferencia y se vería con la
forma de un ocho y es que el
cuerpo humano es un
gran campo electromagnético en su totalidad.
La explicación científica consiste en que éstos campos
biológicos o bioplasmáticos son
extremadamente
tenues, de muy bajas frecuencias, (todas las células vivas tienen una
carga eléctrica de entre 70 y 90 milivoltios) y se miden en
Teslas (en honor a Nikola Tesla).
El rango de nuestros campos magnéticos biológicos es de
10-9T (nanoteslas) hasta
10-15 T (femtoteslas).
El campo magnético de la Tierra se genera por el núcleo y en
nosotros por el latido de
nuestros
corazones……ahora bien, ¿Cómo afecta el cambio de la magnetósfera en
nosotros? Entre la
magnetosfera y los campos magnéticos de nuestros cuerpos, hay un
equilibrio constante de energía, lo que nos mantiene vivos y
sincronizados, permitiéndonos cambiar según las circunstancias del Cosmos.
Sabemos bien que se aproxima el próximo máximo solar
(2013)(Clic para ver) y como
es lógico la Tierra
se obliga a autorregularse pero ¿Qué pasa con nosotros?
Lo que estamos experimentando señores es el proceso de
cambio de
autorregulación de nuestros propios campos energéticos, los
mismos que en
conjunto afectan la magnetósfera terrestre, ya en 1976, el
Dr. Kioyichi Nakagawa,
director del Hospital Izusa de Tokio (clic para ver), nos
hablaba del “Síndrome de
Deficiencia Magnética”, entre cuyos síntomas están el fuerte
dolor de cabeza, una
sensación general de debilidad, y dolores en el cuello,
pecho, hombros y espalda,
cuando la Tierra debilita su magnetosfera.
Diversos estudios científicos en universidades de Inglaterra
y EEUU han demostrado que en el
cerebro humano, y también en el de los animales, existe una
cantidad determinada de magnetita,
lo que explica que las aves migratorias por ejemplo, se
orienten siguiendo los flujos de las
corrientes magnéticas
terrestres.
¿Y qué es la magnetita?
“Como mineral: junto con la hematita es una de las menas más
importantes, al
contener un 72% de hierro (es el mineral con más contenido
en hierro).
En seres vivos: la magnetita es usada por diferentes
animales para orientarse en el campo
magnético de la
tierra. Entre ellas las abejas y los moluscos. Las palomas tienen en el pico
pequeños granos de
magnetita que determinan la dirección del campo magnético y les
permiten orientarse.
También pequeñas bacterias tienen cristales de magnetita de 40 hasta
100 nm en su
interior, rodeadas de una membrana dispuestas de modo que forman una
especie de brújula y
permiten a las bacterias nadar siguiendo líneas del campo magnético”.
Se han hecho experimentos que demuestran que si cualquier
ave migratoria es encerrada en una
habitación aislada
magnéticamente se producen alteraciones en su capacidad de orientación.
cada alteración repercute también en el eje terrestre.
Y ¿cómo es en nosotros como poseedores de magnetita y de
campos magnéticos? ¿Se produce
algún tipo de relación entre nuestros pensamientos y las
corrientes magnéticas terrestres?
Ahora que está sobradamente
demostrado que nuestros pensamientos son energía
electromagnética, seis mil quinientos millones de personas
pensando incesantemente minuto
a minuto, es lógico
deducir que algún tipo de efecto debemos producir sobre las corrientes
electromagnéticas
planetarias. Y vaya si lo producimos.
Por desgracia, la mayoría de pensamientos humanos están
despolarizados, es decir, tienen
contenidos personales
y emisiones de pensamientos – que son formas de energías- contrarios
a las leyes de la naturaleza y a la armonía de los campos
magnéticos terrestres, por lo que
influimos
negativamente en ellos con nuestra energía personal. Multipliquemos por miles
de millones los
emisores humanos y tendremos ida de cómo favorecemos el cambio de
polaridad magnética
de los polos. Añadido este elemento perturbador a los desequilibrios de
volúmenes y pesos que se producen por las diversas
industrias y las extracciones minerales,
entre las que se encuentra, por cierto, el hierro a gran
escala, es fácil pensar que nos encaminamos hacia un salto de los polos. Esto
significa entre otras cosas, la definitiva desorientación de los seres vivos,
el cambio
de lecho de los
mares, las inundaciones de las tierras hoy emergidas que se convertirán en
sumergidas, y con
ello el final de todo lo que los humanos hemos construido en este mundo.
Y esto no es ninguna especulación de tipo catastrófico.
En un artículo de Arancha Serrano aparecido el 10 -10-2010
en 20 minutos.es, se recoge la
opinión del profesor de Geofísica de la Complutense de
Madrid, Alfonso Muñoz, que apunta
lo siguiente: “Desde
hace 400 años se está registrando un disminución de la intensidad
magnética de la Tierra (hasta un 40 %). Se ignora la razón,
pero parece apuntar hacia
un cambio de polaridad magnética”. Cada cambio dentro de la
Tierra y sobre ella produce
por su parte un cambio en y dentro del ser humano, en y
dentro del mundo animal; provoca
también una reacción
correspondiente en el mundo vegetal y transforma incluso la
irradiación de los
minerales.
Por tanto, quienes explotan recursos de todos en beneficio
propio atentando contra la Tierra;
quienes explotan a otros atentando contra la justicia;
quienes odian, o matan, o ambicionan el
poder o el prestigio
para ser admirados atentando contra la vida, el bien común o la igualdad, y
todos los que
semejantes a ellos vibran con pensamientos negativos, alteran sus propias
corrientes
electromagnéticas y con ello su propia salud. Y además actúan en contra de las
personas con las que establecen contacto, los animales y
sobre el Planeta mismo. Y por la Ley
de Semejanza, todos
quienes actúan contra las leyes cósmicas claramente expresadas por el
Creador atraen sobre
sí aquellas energías afines, igualmente negativas y potencialmente
peligrosas para su
armonía, salud y bienestar existentes en el Cosmos.
Esto explica muchas cosas sobre el estado del mundo, sobre
el estado del Planeta y todos los
seres vivos y sobre
la salud mundial, pues nada está aislado de nada, sino unido por flujos de
energía
electromagnética procedentes de diversos campos que establecen entre nosotros,
o entre el Planeta y nosotros, una relación dinámica
constante a nivel atómico, celular,
orgánico, mental,
espiritual y finalmente físico.
La vieja idea newtoniana de que existe una separación entre
el observador y lo observado,
entre el YO y el AQUELLO, va siendo superada por la Ciencia
cuántica a medida que
conoce más las profundidades del océano de la energía
universal de la que todos formamos
parte con nuestra
propia energía vital. Por tanto, lo que suceda a la Tierra como ser vivo
nos sucederá a nosotros, y este pensamiento justifica de
sobra el respeto al medio ambiente,
el movimiento ecológico mundial y las opciones personales
por vivir en armonía con nuestro
Planeta y con nuestros semejantes, que es vivir en armonía
La hematita, hematites u oligisto es un mineral compuesto de
óxido férrico (Fe2O3)
y constituye una
importante mena dehierro ya que en estado puro contiene un
70% de este metal.
p>a las leyes de la naturaleza y a la armonía de los campos
magnéticos terrestres, por lo que
influimos
negativamente en ellos con nuestra energía personal. Multipliquemos por miles
de millones los
emisores humanos y tendremos ida de cómo favorecemos el cambio de
polaridad magnética
de los polos. Añadido este elemento perturbador a los desequilibrios de
volúmenes y pesos que se producen por las diversas
industrias y las extracciones minerales,
entre las que se encuentra, por cierto, el hierro a gran
escala, es fácil pensar que nos encaminamos hacia un salto de los polos. Esto
significa entre otras cosas, la definitiva desorientación de los seres vivos,
el cambio
de lecho de los
mares, las inundaciones de las tierras hoy emergidas que se convertirán en
sumergidas, y con
ello el final de todo lo que los humanos hemos construido en este mundo.
Y esto no es ninguna especulación de tipo catastrófico.
En un artículo de Arancha Serrano aparecido el 10 -10-2010
en 20 minutos.es, se recoge la
opinión del profesor de Geofísica de la Complutense de
Madrid, Alfonso Muñoz, que apunta
lo siguiente: “Desde
hace 400 años se está registrando un disminución de la intensidad
magnética de la Tierra (hasta un 40 %). Se ignora la razón,
pero parece apuntar hacia
un cambio de polaridad magnética”. Cada cambio dentro de la
Tierra y sobre ella produce
por su parte un cambio en y dentro del ser humano, en y
dentro del mundo animal; provoca
también una reacción
correspondiente en el mundo vegetal y transforma incluso la
irradiación de los
minerales.